Diatermia en Problemas de sequedad en la piel (tratamiento de nutrición e hidratación)


Tratamiento de hidratación para las pieles jóvenes

La hidratación es un patrimonio esencial de la piel que hay que conservar, cuidar y enriquecer continuamente para que ésta se mantenga joven, suave y flexible por más tiempo. Es, sin lugar a dudas, el artífice de la vitalidad y belleza cutáneas.  La hidratación es un factor esencial en el mantenimiento de la juventud y vitalidad de la piel en cualquier época y edad. Por ello, se debe conocer en profundidad el funcionamiento de los mecanismos de hidratación de la piel para comprender cómo y por qué se deshidrata y la necesidad de aportarle dosis extras de hidratación.

Al igual que el cuerpo está compuesto por un 70% de agua, este elemento es también el que tiene una presencia dominante en la piel. El agua es, en cierto modo, la llave de la vitalidad y la belleza de la piel. Por ello, cuando la cantidad de agua es insuficiente la capa córnea pierde elasticidad y experimenta una sensación de tirantez, fenómeno al que se alude, generalmente, con el térmico “piel seca”. En cambio, una piel correctamente hidratada es suave, flexible y ofrece un aspecto joven y resplandeciente.

Una piel saludable es aquella que mantiene unos niveles de concentración hídrica idóneos. La presencia de agua en la dermis y epidermis favorece el conjunto de las reacciones mitóticas de regeneración de las células cutáneas, que contribuye a su vez en la renovación de nuestra piel. Una óptima concentración hídrica es determinante también para la flexibilidad de la piel y, como consecuencia, para la prevención de la aparición de las arrugas de expresión que se produce con la edad y para la cicatrización de pequeñas heridas.

La deficiencia en la ingestión de agua a lo largo del día o los problemas hormonales inciden negativamente en la asimilación y fijación del agua en la piel. Esta escasez se manifiesta rápidamente en la superficie cutánea a través de mensajes inconfundibles como son la piel seca o la tendencia a la irritabilidad.

La dermis, que está compuesta fundamentalmente por ácido hialurónico y polisacáridos, funciona como una reserva de agua, reteniendo como una esponja el agua que le aportan los vasos sanguíneos y transmitiéndola a la epidermis junto con las sustancias nutrientes que pueda necesitar. Una vez en la epidermis, el agua sube hasta la superficie hacia la keratina, donde es retenida por el NMF (Factor Natural de Hidratación), situado en la capa córnea y constituidos principalmente por aminoácidos libres (40%), ácidos pirrolidonos carboxilocos (13%) y lactato (12%).

Los NMF tienen el problema de que, al tratarse de sustancias solubles en agua, pueden abandonar la piel fácilmente disminuyendo así su concentración, lo cual ocasiona que el agua se fije peor en la epidermis. La piel pierde agua en dos formas: por la transpiración, que es un fenómeno activo provocado por las glándulas sudorosas para regular la temperatura de la piel, y a través de una pérdida inapreciable, que se produce como resultado de la evaporación pasiva del agua a través de la epidermis. Esta evaporación, aunque comporta una pérdida menor que la que se produce con la sudoración, puede ser también importante.

Esto se debe a que la piel contiene unas partículas llamadas keratinocitos, que se mantienen unidas a través de una especie de “cemento” –compuesto mayoritariamente por proteínas y lípidos dispuestos a modo de láminas--, a través del cual se abre paso el agua. Por eso, cuanto más denso y cohesionado sea este tejido, mayores dificultades tiene el agua para pasar y de evaporarse en la superficie. Este mecanismo es lo que se conoce como efecto barrera de la epidermis. En todo este proceso, hay que destacar la importancia de los lípidos, ya que son ellos (en concreto, los cerámidos) los que más contribuyen a que el “efecto barrera” impida la evaporación del agua.

Está demostrado que para mantener la piel hidratada no basta solamente con aportarle grandes dosis de agua. Esto se debe a que el efecto barrera de la piel actúa en un doble sentido: evitando que la humedad se pierda, pero también obstaculizando en parte la absorción de agua desde el exterior. Incluso está comprobado que cuando se expone la piel al agua de forma prolongada, ésta daña las capas lipídicas del estrato córneo y puede propiciar su inflamación.

Por consiguiente, es imprescindible recurrir al empleo de fórmulas hidratantes para completar los requerimientos de agua que la piel precisa en todo momento y a la atracción de la sangre desde la dermis hacia la epidermis para contribuir a la reproducción de los cerámidos y estimular la fijación del agua en las capas más externas de la piel. Los cosméticos desarrollan su acción hidratante actuando de diversas formas sobre la tasa de impregnación de agua de las capas más externas de la epidermis:

  • Acción en superficie: Es la realizada por la primera generación de fórmulas hidratantes, formadas por cremas que contienen humectantes (glicerina y glicolos), que actúan en la superficie de la piel, así como ácido hialurónico, debido a su gran capacidad para retener el agua.
  • Aportación de NMF: A medida que los investigadores han avanzado en el estudio de los mecanismos de la retención de agua por la piel, han podido averiguar los componentes de los NMF. Esta fórmula ha sido reproducida por medio de la mezcla de componentes similares. De este modo, se pretende contrarrestar la pérdida de estas moléculas responsables de retener el agua en la epidermis.
  • Aportación de cerámidos: Es la innovación más reciente en el campo de la hidratación cosmética. Estos complejos lípidos tienen, como ya se ha apuntado anteriormente, un papel destacado en la constitución del “cemento” que mantiene la cohesión de la epidermis, pero las condiciones atmosféricas (el frío) y el envejecimiento hacen que su cantidad disminuya considerablemente. Así, a finales de los 80 se crearon los primeros productos con cerámidos, que compensaban la pérdida de estos componentes naturales de la piel y, por tanto, fortalecían el efecto barrera.

Como se ha podido deducir, la hidratación es uno de los procesos más complicados que afectan a la fisiología de la piel. A esto se suma que además está sumamente interrelacionada con otros factores o procesos que también afectan a la piel. Así, por ejemplo, cuando el ritmo de renovación celular se ve alterado por cualquier circunstancia, esto afecta a la función de barrera que realiza la epidermis y, por extensión, a su nivel de hidratación. En consecuencia, las pieles maduras, que se renuevan más lentamente, precisan productos que aporten hidratación a la vez que estimulan la renovación celular.

Por su parte las pieles más jóvenes suelen reaccionar ante el estrés aumentando su ritmo de renovación celular, lo cual repercute también a su nivel de hidratación y hace necesario el empleo de hidratantes específicas.
Por otra parte, ante los primeros signos de envejecimiento, la piel necesita también un sobreaporte de hidratación acompañada de otras sustancias específicas que compensen la pérdida de firmeza y elasticidad que está padeciendo.

El tratamiento de hidratación facial persigue mejorar la fijación de la molécula de agua en el parénquima celular cutáneo. Para ello, se debe realizar un tratamiento de Diatermia en el rostro conjuntamente con un producto hidratante bajo los parámetros individuales de cada paciente. La placa pasiva se sitúa para ello entre los homoplatos y debe quedar bien fijada al cuerpo en todo momento. Por norma general, la propia presión que ejerce el cuerpo del paciente al recostarse sobre la camilla es suficiente para asegurar el contacto total, pero aún así se le debe prevenir que en ningún momento se debe mover. Se aconseja también fijarla con una venda elástica.

La aplicación del equipo debe realizarse en toda la superficie facial. La velocidad de aplicación debe ser media y siempre debe corresponderse a las características eléctricas del tejido tratado en ese momento. Se produce una mayor sensación de calor en aquellas zonas con mayor presencia ósea: esto es, el mentón, los pómulos y la frente. La potencia de aplicación también debe ajustarse a estas propiedades individuales y debe regularse continuamente a lo largo de la sesión, en función de las indicaciones subjetivas que dé el paciente.

El tamaño de los aplicadores debe ser coherente con la zona de tratamiento seleccionada y no debe exceder el tamaño natural de las facciones del paciente. La manipulación del aplicador debe ser plana sobre la superficie de la piel en todo momento, adaptándose a las irregularidades propias de las facciones del paciente. El producto hidratante a utilizar no debe ser excesivamente graso y debe de tener una textura agradable para su penetración.

Se aconseja proporcionar al paciente un asesoramiento sobre la dieta y aconsejar que beba al menos 2,5 litros de agua diariamente.

Reconocer una piel deshidratada es necesario para corregir el problema. Las pieles excesivamente deshidratadas pueden provocar reacciones compensatorias de mayor secreción de grasa. Este factor puede dar como consecuencia una posible presencia de acné. Es muy recomendable aplicar este tratamiento bajo estas circunstancias ya que no sólo provocará una hidratación en profundidad, sino que además regulará de manera eficaz el problema de acné.

La pauta recomendable de trabajo es de 2 a 3 sesiones semanales en días alternos. Se aconseja entre 10 y 15 sesiones, en función de la gravedad del problema. El tiempo de tratamiento aproximado es de 20 minutos por sesión. El tratamiento se completa con una sesión de mantenimiento al mes.

Tratamiento de nutrición para las pieles maduras

En las pieles maduras, el problema de la deshidratación se agudiza. La disminución del metabolismo basal y, en consecuencia, la lentificación de los procesos metabólicos provocan que a la falta de hidratación se le añada el problema de la disminución de la síntesis del colágeno y los fibroblastos.

Para que la piel pueda sintetizar correctamente estos elementos vitales, los productos cosmetológicos a aplicar deben ser de origen nutritivo. Estas cremas incorporan un grado de untuosidad que reflejan un mayor contenido graso que las cremas hidratantes.

Al facilitar la penetración y activar internamente los principios activos del colágeno y de la elastina, la diatermia provoca que las pieles maduras adquieran mayor turgencia y que las líneas de expresión (ojos, orbicular de los labios, nariz, cuello) disminuyan su profundidad.

El procedimiento de trabajo es idéntico al realizado en el tratamiento de hidratación. El hecho de que la persona sea más mayor y, por lo tanto, disponga de un metabolismo basal más lento puede aumentar el número de sesiones de tratamiento desde las 15 hasta las 20. En cualquier caso, el fisioterapeuta es el que tiene que valorar qué pauta de continuidad se debe estipular para cada paciente, en función de datos personales como puede ser su calidad de piel, la reacción que experimente ante la primera sesión de tratamiento, el grado de elasticidad cutánea, etc.