Abel ha conseguido dos retos: Uno, mantener a Efisioterapia como referente en el sector durante 20 años, escribiendo y revisando cientos de artículos de alta calidad sobre salud y fisioterapia, suyos y de otros especialistas. Dos, compaginarlo durante varios años mientras ejercía de fisioterapeuta en su propia clínica, hospitales y clubs deportivos.
La técnica de la diatermia
El objetivo de la diatermia es provocar en los diversos tejidos un aumento de la temperatura, de ese modo elevamos su metabolismo, estimulando el proceso de regeneración y facilitando su respuesta frente a las más diversas patologías.

El objetivo de la diatermia es provocar en los diversos tejidos un aumento de la temperatura, de ese modo elevamos su metabolismo, estimulando el proceso de regeneración y facilitando su respuesta frente a las más diversas patologías.
Lo esencial en diatermia será siempre conseguir una elevación de la temperatura del tejido tratado sin que se produzcan efectos yatrogénicos. Con la diatermia podemos tratar zonas del cuerpo muy pequeñas como por ejemplo los tendones supinadores en el caso de una epicondilitis, lo cual sería un ejemplo de una aplicación local, pero también podemos realizar un tratamiento de zonas muy amplias, como por ejemplo toda la espalda o ambos miembros inferiores, en dicho caso estaríamos hablando de una aplicación de diatermia más generalizada, obteniendo unos efectos más globales producidos por dicho aumento de la temperatura.
Diatermia local.
La colocación de los electrodos de forma precisa en diatermia resulta esencial para la obtención del resultado que deseamos. Hay que considerar que la corriente alcance el tejido enfermo fundamentalmente y que la percepción de la temperatura por parte del paciente permanezca siempre en niveles perfectamente soportables. Cualquier sensación de temperatura muy elevada o de quemadura será una indicación clara de que estamos utilizando la técnica de modo incorrecto, por mala colocación de los electrodos, por un exceso de intensidad o por ambas cosas a la vez.
Los electrodos deben tener el mejor contacto posible con la piel del paciente, para evitar sobrecargas en puntos en los que pueda existir un mal contacto, la técnica exige al mismo tiempo una presión firme y que no resulte molesta para el paciente. Debemos asegurarnos que el electrodo pasivo no se encuentre sobre protuberancias óseas, ya que el hueso tiende a sobrecalentarse con mayor facilidad que los tejidos adyacentes. Cuando trabajemos con pacientes que tengan mucho pelo en la zona a tratar nos encontramos con que puede ser necesario aplicar una mayor cantidad de gel conductor puesto que el pelo es muy aislante y dificultará el paso de la corriente.
Es muy importante que a lo largo de la aplicación del tratamiento con diatermia le preguntemos al paciente sobre sus sensaciones e insistamos en la necesidad de comunicarnos cualquier percepción molesta.
Fijación de los electrodos.
El electrodo pasivo debe fijarse obteniendo un buen contacto entre éste y el cuerpo del paciente. Para ello lo más recomendable es el uso de bandas elásticas fijadas con velcro. La fijación ha de mantenerse estable a lo largo de toda la sesión de tratamiento, es necesario que se mantenga bien sujeto el electrodo pasivo evitando al mismo tiempo el exceso de presión.
Es importante, bajo riesgo de quemadura, destacar que el electrodo pasivo no debe moverse o despegarse del cuerpo mientras esté pasando la corriente. A su vez el electrodo activo, el cual desplazamos para realizar el tratamiento habrá de mantener un contacto firme y permanente con el paciente, evitando en todo caso la separación total o parcial del mismo mientras estemos entregando energía, ya que si disminuye la superficie de contacto con la piel se concentrará la corriente en los puntos de apoyo, pudiendo en casos extremos llegar a producir una quemadura con un apoyo mínimo o una separación total del electrodo.
Es preciso tener en cuenta que daremos paso a la corriente cuando electrodo pasivo esté bien fijado y el activo con un buen contacto con la piel, procederemos posteriormente a interrumpir el paso de la corriente antes de retirar los electrodos.
La subida de la intensidad se realizará de forma gradual para evitar sensaciones molestas.
Localización del calor.
La colocación de los electrodos condicionará el efecto térmico sobre los tejidos que deseamos tratar, es decir la zona de tratamiento debe encontrarse entre los dos electrodos, la densidad térmica estará en relación con el volumen de tejidos tratados y la resistencia particular que ofrecen dichos tejidos al paso de la diatermia.
La corriente fluye por el interior del organismo de un electrodo a otro, siguiendo siempre el camino que ofrezca la menor resistencia. El cuerpo humano ofrece resistencias variadas en relación a las características propias de cada tejido. Cuanto mayor sea la distancia entre los electrodos mayor diseminación de la temperatura, si hay una gran distancia entre ambos se percibirá calor casi exclusivamente en el electrodo activo. Si el electrodo activo y el pasivo se encuentran muy cerca es posible percibir la elevación de la temperatura en el territorio próximo los electrodos y también en los tejidos situados entre ellos.
Si sacamos consecuencias de lo anteriormente dicho, podemos deducir que si queremos obtener un resultado eficaz en tejidos que se encuentran a mayor profundidad deberemos elegir electrodos de mayor tamaño cuanto más amplia sea la separación entre ambos. Esto va ser más eficaz que la elección entre técnica capacitiva o resistiva. Es prácticamente imposible obtener resultados lejos de la superficie con la técnica resistiva utilizando electrodos pequeños y a gran distancia entre sí.
Es una imagen muy útil considerar que hay unas líneas que van de un electrodo a otro, de tal modo que si entre ambos hay un estrechamiento, como puede suceder en las articulaciones carpianas o con la articulación tibio astragalina al colocar la placa pasiva bajo la palma de la mano o en la planta del pie y electrodo activo proximal, esas líneas tendrá una densidad mayor en el lugar más estrecho y podemos verificar cómo se calienta más en esas zonas estrechas.
Dirección de la corriente con electrodos de diferente tamaño colocados en paralelo.
Tiende a ser el tipo de aplicación más común. En estos casos se percibe el aumento de temperatura bajo el electrodo activo que suele ser el de menor tamaño. La densidad de corriente es más elevada bajo el electrodo de menor tamaño y el paciente percibirá un aumento de la temperatura precisamente bajo el electrodo de menor diámetro, si el electrodo pasivo de mayor tamaño es lo suficientemente grande es posible incluso que no se perciba ni siquiera un leve aumento de temperatura, lo cual no quiere decir que no se eleve sino que está por debajo del nivel de percepción humana.
Habremos de colocar siempre el electrodo activo lo más próximo al tejido sobre el que queremos lograr un efecto terapéutico, disponiendo en paralelo el electrodo pasivo de mayor tamaño.
Dirección de la corriente con electrodos de diferente tamaño colocados oblicuamente.
Colocar los electrodos en paralelo no está a nuestro alcance en todas las ocasiones, cuando hemos de situarlos con una disposición oblicua, en la práctica la corriente va a seguir el camino más corto entre los electrodos, las líneas de fuerza se concentrarán en los puntos más próximos entre sí. La temperatura será más elevada donde haya una mayor densidad de corriente y eso sucederá justo en los puntos de los electrodos más cercanos.
Aunque parezca una alternativa interesante colocar la placa pasiva a un lado de la columna y el electrodo activo utilizarlo en la otra, en el mismo plano, para tratar una dorsalgia o una lumbalgia, no es una buena idea, pues las líneas de fuerza actuaran próximas a los bordes de cada electrodo y el resultado será muy escaso pues habremos realizado una aplicación muy superficial, cuando lo que deseamos es una acción en profundidad para relajar la musculatura paravertebral.
Hemos de evitar dedicar tiempo a aplicaciones en las que está previsto un resultado muy escaso, incluso un riesgo de calentamiento excesivo en los bordes de la placa pasiva.
Consideraciones generales acerca de la duración del tratamiento y la intensidad.
En condiciones generales haremos una aplicación como mínimo de 30 minutos, aplicaciones de cinco a 10 minutos no tienen ninguna utilidad. En los casos en que aplicando el tiempo sugerido y haciendo dos o tres sesiones por semana no obtengamos resultados, habremos de plantearnos la estrategia de aplicación y aumentar el tiempo combinado de capacitiva y resistiva hasta un total de 60 minutos por sesión.
La intensidad del calor percibido en los casos agudos habrá de ser moderada, en los casos crónicos es recomendable la utilización de un calor que se perciba con mayor intensidad aunque siempre sin molestias para el paciente.
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