El masaje. Oriente y occidente. I


El masaje es una técnica terapéutica “descubierta” por todos los pueblos de la humanidad. Aunque los modos de realizarlo difieran ampliamente según las culturas que le dan origen, no cabe duda que existe una relación profunda entre todos las formas de masaje: la búsqueda de una armonía perdida, de un equilibrio interior que se manifiesta en lo exterior como un cuerpo saludable.

Hacer una distinción entre técnicas de oriente y occidente resulta una forma simplista de clasificat el masaje, aunque no es menos cierto que existen diferencias marcadas entre ambas concepciones del masaje.

El masaje en occidente actúa esencialmente sobre la musculatura, pone el acento en los procesos de recuperación tras el esfuerzo, ya sea éste debido a la actividad deportiva o laboral.

Esencialmente en occidente se le da especial importancia a la correcta realización de cada una de las partes en que se divide la aplicación del masaje en cuestión, no se incide excesivamente en principios filosóficos ó energéticos (salvo alguna honrosa excepción).

Los principios físicos tienen preferencia, podemos explicar la tendencia del ser humano a sufrir patologías de la espalda al observar nuestra excepcional postura bípeda, podemos decir que somos cuadrúpedos que hemos debido ponernos de pie para sobrevivir, los pre-hominidos que no lo hicieron no dejaron descendencia.

La posición de un cuadrúpedo es mucho más estable, incorporarnos supuso la perdida de un cómoda equilibrio y aceptar un desequilibrio postural permanente, esta ruptura y recuperación del equilibrio postural absolutamente necesaria para la marcha humana, y en el resto de las posturas el esfuerzo necesario para mantener la verticalidad son la clave que nos muestra el origen  de las sobrecargas musculares que sufre nuestra espalda.

Son muchos factores los que  han cambiado en nosotros al adoptar la bipedestación, adaptaciones al medio que nos han favorecido en un sentido pero que también nos han generado más de un inconveniente, nuestra circulación se ve dificultada, eso es notable: buscad un cuadrúpedo con varices, es la dificultad del retorno venosos lo que hace que padezcamos este trastorno tan característico de nuestra especia; buscad un cuadrúpedo que sufra de insolación, no lo hallareis, solo nosotros somos incapaces de enfriar nuestro cerebro con suficiente velocidad cuando el sol incide de forma mantenida en nuestras cabezas. Buscad un cuadrúpedo con escoliosis, ¿un gato, un perro?.

Cuesta menos mantener la postura en cuadripedia, en la lucha contra la gravedad se precisa menos energía para regar un cerebro cuando entre la 1ª y última vértebra podemos trazar una línea recta y resulta ser casi paralela al suelo. La verticalidad es muy costosa.

La fuerza de la gravedad tiende a comprimir nuestra  columna vertebral, la fuerza de la gravedad actúa sobre nuestra estructura como una prensa, favoreciendo el desgaste y las patologías vertebrales, el masaje occidental lucha contra este acortamiento compresivo, ayudando a relajar la musculatura de la espalda y generando un estiramiento saludable, descompresivo, que creará milímetros de espacio intervertebral que permitirán “respirar” a nuestra espalda, liberándola de la carga de esfuerzos excesivos mantenidos durante excesivo tiempo.

En el masaje occidental se presta atención especial a la estructura corporal, a la postura correcta del cuerpo, a que se produzca un alineamiento anatómico conforme a nuestra naturaleza bípeda, todo el tratamiento con masaje deberá cumplir la finalidad de descarga, de relajación, estiramiento, equilibrio, se actúa sobre grupos musculares superficiales y profundos, prestando una dedicación especial a las zonas del cuerpo en que se percibe dolor, para poner así todos los medios a nuestro alcance para eliminarlo o aliviarlo.

La posición oriental con respecto al masaje tiene un mayor contenido filosófico, se considera al cuerpo como un canal por el que deben circular libremente las energías sin obstáculo alguno, el objetivo del masaje será pues devolver a un estado de armonía los cuerpos que han creado barreras que limitan la libre circulación de las energías.

Existen unas energías de carácter opuesto: el yin y el yang cuando se encuentran en equilibrio dinámico nuestro cuerpo gozará de salud, cuando esta armonía se rompe el cuerpo se predispone a sufrir todo tipo de patologías.

El yin y el yang no son simplemente energías opuestas, el aumento de una implica la disminución de la otra en el mismo grado, ambas son complementarias y se afectan mutuamente, forman parte de una homeostasis permanente en la que el equilibrio se rompe y recupera una y otra vez. El yin  es el frío, el yang el calor, el yin es lo activo el yang lo pasivo.

En el masaje oriental se exploran las zonas calientes, frías, tensas, hipotónicas, la acción del masaje irá encaminada a lograr una circulación libre de las energías que nos recorren, de forma que se produzca un regreso a la armonía original. Aportaremos movimiento y calor a las zonas pasivas, relajaremos y estiraremos las zonas cuya tensión reprime la circulación energética. Desde esta concepción el masajista es un artista que primero observa con atención lo que encuentra ante el y luego explora con calma para luego realizar la tarea de equilibrar con sus manos un mundo de energías que nadie ve, pero cuya función se observa, busca por medio del masaje el logro de un equilibrio cósmico en un microcosmos corporal reflejo de un macrocosmos que dio origen a la vida  y nos mantiene vivos gracias a la danza de los opuestos.